19 julio 2007

Identidad de la arquitectura en América Latina
Danilo Palma Garay
“los sujetos latinoamericanos se han definido a sí mismos desde diversas posiciones de subalternidad, en una imbricación muy entrañable que no admite posiciones maniqueas: en cada sujeto coexiste el “uno” y el “otro”, el dominante y el dominado, el conquistador y el conquistado, el blanco y el indio, el hombre y la mujer…El latinoamericano construyó su identidad en la colonia, al identificarse con el español y percibir su diferencia...” Valdés Adriana. “En torno a la cultura”
En este escrito se presenta una visión crítica sobre el problema de la identidad de la arquitectura latinoamericana. Se basa el análisis en un caso particular y paradigmático, como lo es la casa construida en algarrobo por Fernando Castillo Velasco. ¿Existe una identidad que defina la arquitectura realizada en América latina? ¿Existe una “forma” de hacer arquitectura en una región compuesta por países que tienen características distintas?

Ante estas interrogantes se plantea que existe una manera común de enfrentar casos específicos del quehacer arquitectónico en Latinoamérica. Se considera que el elemento fundamental para determinar la identidad de la arquitectura latinoamericana es la problemática que se genera con la tensión entre localización en el tiempo y lugar, para esto se parte de la postura que presenta Enrique Browne sobre espíritu de la época y espíritu del lugar .
Se plantea que la manera de afrontar los problemas de la identidad de la arquitectura latinoamericana proviene de una forma de entender la cultura que surge de nuestro origen común que es el mestizaje. Entonces cabe preguntarnos sobre qué características tiene la hibridez de la arquitectura latinoamericana.

Se parte de la base que pertenecemos a una cultura cuyo origen común y fundacional es el mestizaje que ocurrió durante la Conquista y Colonización. Pensar la cultura de América Latina como una cultura mestiza, es pensarla como una particularidad, en donde se fundieron y unificaron sangres, símbolos y ritos. Se establece una raíz de combinaciones complejas, lo cual dificulta la mayoría de la veces definir una imagen clara de cada país.
En el plano de la arquitectura también se ve reflejado este origen mestizo. La fundación de las ciudades realizadas por los conquistadores responde a una forma de entender la ciudad que ellos traían desde su cultura. Esta se regía principalmente por las leyes de Indias. Sin embargo no consideraban las características del suelo conquistado, elemento que sí se reflejó en la materialidad y técnica constructiva de las edificaciones de la época. Se puede hablar entonces de una arquitectura mestiza, que a su vez es reflejo de una cultura híbrida.

Denominar mestiza a nuestra región puede incluso parecer un anacronismo o tal vez, un romanticismo, hasta una moda. Sin embargo, creo que no es un tema menor para poder entendernos y acercarnos así a la relación existente entre la arquitectura moderna, el estilo internacional y la tensión que se produce entre la localización en el tiempo y lugar.
La incorporación de los ideales modernos a la región no es ajena a problemas culturales y de la propia arquitectura que se habían dado anteriormente, se integran a Latinoamérica como un estilo arquitectónico más, como otra arista de productos importados desde Europa. Sin embargo los arquitectos más destacados incorporan y cargan de fuerza estas ideas con experiencias, materialidades y relaciones propias de Latinoamérica.

No es característico de alguna u otra época el cuestionamiento sobre una identidad Latinoamericana. Incluso hablar de la problemática a la cual se enfrentó la arquitectura moderna al relacionarse con culturas de Latinoamérica, es mencionar una constante hibridación que da origen a nuestra cultura. Esta mezcla de estilos o géneros ha sido una constante en la raíz y evolución de la cultura latinoamericana. Entre las obras paradigmáticas del movimiento moderno en Latinoamérica y en Chile se encuentra la casa en Algarrobo (1960) de Fernando Castillo Velasco. La relación con el suelo refleja el postulado moderno planteado por Le Corbusier, incorporando pilotes como elementos de la arquitectura moderna. Estos permiten la separación del suelo construido y del suelo natural. Los pilotes realizados con rollizos de madera del lugar muestran la simbiosis entre ideas de la arquitectura moderna y la técnica-materialidad originaria del lugar. De esta manera la casa adquiere el carácter de balcón, elevándose sobre la pendiente natural del lugar, para proyectarse hacia las vistas. Por ello se dice que esta obra recoge la esencia del propio lugar, al incorporar una estructura trabajada “in situ”.

Estructura de carácter rústico, primitivo, como lo es el ensamble y amarre de rollizos de eucalipto en bruto. A partir de aquello la casa responde a la sinuosidad del característico bosque que le rodea, representando a la vez, un notorio carácter local. Este se manifiesta desde sus fundaciones, que emergen con fuerza de la tierra misma, para luego ramificarse y sostener la plataforma de la casa. Debido a su materialidad; rollizos de eucalipto en bruto, y a su forma; un tronco del que se desprenden ramas, los pilotes hacen alusión a los árboles del bosque del lugar. Los que dispuestos en un a trama de distancias variadas, crean un espacio medible y habitable, pudiendo ser comparada con una versión rústica de una sala hipóstila o con un bosque de eucaliptos anclados a la tierra por sus raíces.

Se destaca entonces el uso moderno de materiales naturales, bajo fundamentos regidos por metáforas que dan cuenta del intento por rescatar la esencia del lugar, como la geografía, materialidad y sistema constructivo a modo de lo primitivo. Pero esto está tensionado por la idea de progreso, modernidad, que queda claro al proponer la ya mencionada estructura de pilotes ramificados. Estructura basada en una razón meramente funcional y estructural, por el hecho de que libera un mayor espacio, al requerir un menor número de fundaciones sobre las cuales transmitir las cargas propias de la vivienda hacia el suelo. Con este ejemplo de arquitectura chilena se observa como las tendencias y el lenguaje arquitectónico desarrollado por el movimiento moderno, son incorporados y reinterpretados, partiendo de las condicionantes del entorno. Pudiendo ser capaces de abstraer el carácter de los alrededores e involucrarlo en la obra.

Al detenerse en este punto, toma valor la incorporación y el manejo de los materiales naturales o propios el lugar, con el objetivo de rescatar su esencia, haciendo uso de los recursos naturales que el lugar ofrece. Proponiendo nuevas maneras de expresión, estructuras y materialidades. Reinterpretando entonces un sistema constructivo local, asumiendo un carácter primitivo, rústico, pero haciendo referencia a los nuevos conceptos modernos; tanto espaciales, formales, como estructurales. Los cuales proponen la idea de progreso, como una respuesta ante las nuevas condicionantes, en que los materiales aplicados en el proceso constructivo pasan a ser los únicos medios arquitectónicos.


Se desprende entonces de la obra de Castillo dos componentes claves, de la búsqueda de una identidad, que caracterizan la arquitectura de Latinoamérica. Estos son el tiempo y lugar, los cuales se encuentran en constante tensión. Si bien esta provoca mejores o peores resultados, no siempre logrando una armonía entre las partes, se puede hablar de un crecimiento en la base teórica gracias a esa experimentación.
Al referirse a la capacidad de las obras de incorporar el espíritu del lugar se muestra la constante búsqueda de una identidad propia de las culturas de Latinoamérica. Esta se ve reflejada principalmente en la incorporación de materiales y técnicas constructivas propias de cada región de Latinoamérica. Con esto surge también una nueva radicalización del concepto y se genera un revival a la arquitectura vernacular utilizando en forma indiscriminada los materiales autóctonos.

En relación con el espíritu de la época y espíritu del lugar Sergio Larrain señalaba que en Chile en la década del 30 aparecían dos tendencias de interés: “la primera, la arquitectura chilena que solucionó en forma simple y con materiales baratos problemas de nuestro clima y paisaje; y la segunda, la arquitectura de nuestros días, que dispone de criterio firme y flexible para el estudio de los nuevos problemas” la síntesis entre ambos extremos podrían crear obras que “siendo verdaderamente modernas, fueran verdaderamente nuestras”. Podemos interpretar claramente que Sergio Larraín considera como obras representativas de una identidad propia aquellas que sean una hibridación entre ideas globales de la arquitectura, resueltas con la técnica del lugar. Seguimos teniendo una identidad propia, proveniente de una cultura del mestizaje, incluso en nuestra época globalizada. Klotz esboza una respuesta sobre como afecta la globalización a esta tensión: “ no es posible definir arquitecturas locales. De todos modos, hay condiciones locales que influyen en cualquier proyecto, empezando por las propias de la localización específica. Fuera de las áreas urbanas, el clima, el color del paisaje y la topografía marcan diferencias, pero el resultado no define la arquitectura chilena.”


Se propone entonces una lectura contraria a la afirmación que realiza Klotz, ya que justamente cuando habla de ciertas condiciones locales que influyen en los proyectos, deja entrever que hay otros factores producto de la globalización, o del intercambio de información, de ideas y tecnologías que también influyen en los proyectos. Esta mezcla es justamente la que genera una identidad específica de lo latinoamericano. Es justamente la esencia de mestizos que posee nuestra cultura lo que permite definir el carácter de local a la producción arquitectónica que se realiza. En la actualidad, gracias a la capacidad de las generaciones de arquitectos anteriores de relacionar lo autóctono con lo extranjero, ha formado nuevos arquitectos latinoamericanos capaces de resolver un problema de arquitectura. “…se trata de arquitectos capaces de escribir un texto-con todo lo que esta comprensión del discurso encierra-….esta relación entre palabra y forma, surge de la convicción de que es necesario formular determinados hechos arquitectónicos.” Entonces, existiendo las bases teóricas y prácticas que crean una identidad regional, se genera hoy un nuevo problema de la identidad como reacción más generalizada al problema de la globalización. Se ha desarrollado una nueva tensión entre tiempo y lugar que se ve afectada por las nuevas tecnologías que apuntan al no-tiempo y al no-lugar. Entonces lentamente nos estamos apropiando de estas tecnologías pero cargándolas de significados propios, volviendo a incorporales la tensión que provoca el lugar. La cultura latinoamericana es una mezcla de situaciones, vivimos y pensamos en este espesor.


Bibliografía

BROWNE, Enrique. “Otra arquitectura en América Latina”. Ed. Gustavo Gili, México, 1989. Extractos: cap.
1: “Espíritu de la época y espíritu del lugar”; cap. 2: “Períodos y líneas arquitectónicas”. Pp. 9 a 21. PEREZ OYARZUN, Fernando. “Poéticas del caso. Chile, entre la palabra y la Arquitectura Viva No. 85, Ed. Arquitectura Viva, Madrid, 2002. Pp. 28 a 35. Polaridades en la arquitectura moderna en Chile. Santiago, Chile : [s.n.], 1997. 2 v. TORRENT, Horacio. “Al sur de Amércia: Antes y ahora”. Artículo en revista ARQ No. 51, Ediciones Arq,Santiago, 2002. Extracto: Pp. 10 a 13. VALDÉS, Adriana. “ En torno a la cultura”, ponencia presentada en la reunión de Expertos sobre La Mujer y l a Cultura, CEPAL, Santiago de Chile 1989

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